La inclusión es un proceso, una búsqueda continua de formas de responder
a la diversidad; no es un estado final,
sino un camino que recorre cada escuela, lo que supone que no puede hablarse de
escuelas totalmente inclusivas ni de escuelas totalmente excluyentes.
El aula como espacio de
diálogo e intercambio de significados: Compartir aprendizajes en un espacio de
convivencia en el que no tiene lugar la exclusión.
La inclusión implica participación de toda la
Comunidad educativa:(alumnos,
familias, profesores,…)
La inclusión presta una
especial atención a los grupos o individuos con mayor
riesgo de exclusión, pero no se limita a ellos.
Consideran la diversidad como fuente de riqueza y de aprendizaje.
El cambio que implica supone una propuesta de modificación de las culturas, las políticas y las prácticas; significa que habrá que modificar progresivamente los modos de pensar y de hablar sobre la diversidad, los sistemas de gestión y rutinas que guían la vida en las escuelas y, por supuesto, la práctica cotidiana de las aulas y de los centros.
La escuela inclusiva no es más que un camino
hacia la sociedad inclusiva; por lo que la relación entre la escuela y la
sociedad, no es más que una consecuencia natural ya que aquella forma parte de
una comunidad. El modelo educativo que genera esta concepción es un modelo
curricular que, se adapta al alumno y no al contrario. Desde aquí,
la concepción educativa se sustenta sobre principios de heterogeneidad: La
respuesta educativa ha de ser diversificada y ajustada a las características de
cada alumno. Partimos del principio de la personalización de la enseñanza y de la
inclusión de todos los alumnos en un contexto
educativo común.
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